La Susurradora Irresistible. El empujón

La mujer pelirroja se acoda en la balaustrada del balcón que estuvo cerrado demasiadas décadas. Ha anochecido y las luces engalanan la plaza. Ese lugar, en otro tiempo feudo de unos pocos, es ahora lo que siempre debió ser. De todos. En otro tiempo fue privilegio de los que seguían ciegamente la estela dejada por vestidos rojos, perlas ostentosas y palabras que cubrían de ridículo la representación del pueblo.

Hoy no. Hoy ya no se lanzan gritos vergonzantes, hoy solo son sonrisas y flashes lo que se vierte desde allí, solo promesas cumplidas, esperanzas ciertas y banderas arcoíris.

Por eso hoy la susurradora nos recuerda que el gran paso todavía está pendiente, que si conseguimos dar un empujón certero, entre todos y todas haremos saltar por los aires las barbas caducas, la corrupción como norma, la tomadura de pelo más hiriente que ha sufrido este pueblo durante demasiados años.

Por eso esta noche murmura en nuestros oídos un mensaje necesario: “Es la hora. Levántate y elige ideas nuevas, gente nueva, futuro nuevo. El cambio solo asusta cuando lo de siempre no duele. Pero es que lo de siempre duele demasiado. Lo de siempre mata; mata de enfermedad, de ignorancia, de desigualdad y de hambre. Tienes una variada gama de posibilidades. Estúdialas, piénsalas, abrázalas. Y si no, echa los dados y arriesga. El día veinte renaceremos a costa de las cenizas de los dinosaurios. Que se las lleve el viento.”

Sin disculpa (Valencia)

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