No puedo explicar aquello que no alcanzo a entender. Solo os contaré que ayer pude comprobar la subida mensual experimentada en la pensión de mi padre. Mi cabeza automáticamente multiplicó esa nimia cantidad por catorce: no da ni para asumir el aumento del último recibo de la electricidad. Esto es lo que nos espera. Debemos detraer una cantidad mensual de nuestras rentas para contratar un plan de pensiones. Así nos garantizaremos una jubilación confortable. Todavía existen seres con la cara tan dura que pretenden que con los sueldos o medios sueldos actuales tengamos un plan de pensiones. La mayoría se daría con un canto en los dientes, si cotiza los años suficientes para tener una pensión que le permita subsistir con dignidad cuando se jubile. Otros, en cambio, se jubilan en consejos de administración de esas eléctricas que nos ahogan. Con esa percepción de la realidad, entiendo que se crean en posesión de la verdad absoluta.
El otro día un tertuliano de los iluminados decía que no se puede hablar de pobreza en España. Preguntaba: “¿quién pasa hambre en nuestro país?”. Su ironía le retrata. No necesito decir nada más al respecto. Es imposible que estos elementos acepten que los demás también tienen derechos y, cómo no, necesidades.
¿Cómo se puede hablar de pobreza energética? No conozco a nadie que solo sea pobre a la hora de calentarse. Y la verdad es que tenemos motivos para estar “calientes”. Hay pobreza y punto. Lo que ocurre es que tendrás que comer algo para subsistir y así poder pasar frío, ¿no?
No aguanto estos programas, ni entiendo cómo pueden insultar a nuestra inteligencia permitiendo contenidos que se repiten diaria o semanalmente. El coste es que poco a poco van “infectando” más cabezas de las que creemos. Mucha gente de la calle, que lo pasa mal, en ocasiones justifica las miserias de su día a día, asumiendo que las cosas tienen que ser así. Algunos ministros que se llamaron de izquierdas ríen las gracias de aquellos que se supone que están en las antípodas de su pensamiento político, como los que se jubilan en los consejos de administración que antes hemos recordado, ¿dónde están los principios que decían defender?
Los jóvenes y algunos que ya no lo son tanto se tienen que buscar la vida fuera de España. Los dependientes, tantos jubilados, parados y, no olvidemos, un porcentaje elevado de empleados no pueden acabar el mes, ni dar a sus hijos alguna alegría y, mucho menos, salir de vacaciones.
¿Cómo puede existir alguien que diga a millones de televidentes que en España no hay pobreza? ¿Cuántos años hace que el poder económico se apoderó del poder político?, si es que alguna vez no lo tuvo. ¿Qué tipo de seres son los que nos quieren convencer de que hemos de acostumbrarnos a vivir así o peor? Creo que pasan más horas intentando vendernos sus excusas que trabajando para resolver los problemas de todos y no solo los propios.
Mientras la felicidad y el bienestar sean insensibles a la infelicidad y a la pobreza, la esclavitud soñará con volver a vivir de nuevo su época más dorada. Sí, esto es lo que hay.
Manuel Romeu