La susurradora irresistible. Leed.

Sentada en su Harley con el casco en la mano, la mujer pelirroja contempla el deambular habitual de decenas de personas por una de las calles principales de la ciudad. ¿Qué hacer para que todo mejore?, se pregunta. ¿Qué deberíamos hacer para comprender nuestras diferencias, para respetarlas? ¿Y para no dañar a los demás, para que los demás no nos dañen? ¿Qué podríamos hacer para no creer a ojos cerrados todo lo que nos cuentan en la televisión, en la radio, en la prensa? ¿Y para no clasificar a las personas en ángeles o demonios? ¿Qué deberíamos hacer para no reírnos de chistes ingeniosos que solo pretenden manipular la opinión, para no agarrarnos a lo fácil? ¿Y para no convertir en enemigo el rostro de una persona que antes nos caldeaba el corazón? ¿Y qué hacer para librarnos de la prisión de esa pantalla que nos ata hora tras hora alejándonos de la vida real, la vida llena de miradas directas, de abrazos de carne y hueso, de besos dulces y sonrisas que nacen de dentro y se ensanchan, de la misma forma que se ensancha el alma de quienes las reciben?la susu

La susurradora nunca se pregunta a sí misma sin hallar una respuesta. La contestación le surge de los labios, caracolea en el aire y rebota en la farola más próxima para estallar en un susurro que salta de mente en mente como un virus invisible.

“Leed, leed toda clase de libros. Eso os permitirá conocer pensamientos distintos, creencias diferentes, puntos de vista enriquecedores; os conducirá a profundizar en la historia, a evitar cometer los errores del pasado; os otorgará seguridad para caminar por la vida, os librará de prejuicios; facilitará que comprendáis lo que os rodea, que valoréis las posturas encontradas y configuréis vuestro propio criterio. Un criterio fundado en el análisis, en el conocimiento y no en el parecer o el fanatismo de nadie. Leed.”

Sin disculpa. Valencia.

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